La filosofía de "La Vida Divina" es la de un Adwaita realista. El mundo es una manifestación de lo Real y por tanto es en sí real.
La realidad es el Divino infinito y eterno, el Ser, la Consciencia-Fuerza y la Bienaventuranza infinitos y eternos. Este Divino en virtud de su poder ha creado el mundo o, más bien, lo ha manifestado en el seno de su propio Ser infinito. Pero aquí en el mundo material o en su base se ha escondido a sí mismo en lo que parecen ser sus opuestos, el No-Ser, la Inconsciencia y la Insensibilidad. Esto es lo que actualmente denominamos el Inconsciente que parece haber creado el universo material en virtud de su Energía inconsciente. Pero esto no es más que una apariencia, pues al final descubrimos que toda la ordenación y todas las leyes cósmicas sólo pueden haber sido establecidas por una suprema Inteligencia secreta. El Ser que está oculto en lo que parece un vacío inconsciente emerge en el mundo primero en la Materia, después en la Vida, posteriormente en la Mente y finalmente como el Espíritu.
La Energía aparentemente inconsciente que crea es en realidad la Consciencia-Fuerza del Divino y su aspecto de consciencia, oculta en la materia, comienza a emerger en la Vida, encuentra algo más de sí misma en la Mente y descubre su verdadero ser en una consciencia espiritual y finalmente en una Consciencia supramental a través de la cual tenemos consciencia de la Realidad, entramos en ella y nos unimos a ella. Esto es lo que denominamos evolución, que es una evolución del Espíritu en las cosas y sólo exteriormente una evolución de las especies. Así también, el deleite de la existencia emerge de la insensibilidad original, primero en las formas contrarias de placer y dolor, y posteriormente tiene que hallarse a sí mismo en la bienaventuranza del Espíritu, como, dicen los Upanishads, la bienaventuranza del Brahman. Esta es la idea central de la explicación del universo expuesta en La Vida Divina.