La noción de individualismo posesivo, entendida como postulado central de la tradición liberal, permite una comprensión renovada de las principales teorías del pensamiento político inglés del siglo XVII. «Fue entonces», escribe el catedrático de Economía Política en la Universidad de Toronto C. B. Macpherson, «cuando, en medio de una prolongada lucha en el parlamento, una Guerra Civil, una serie de experimentos republicanos, una restauración monárquica y una revolución constitucional final, se desarrollaron los principios que habrían de convertirse en fundamentales para la democracia liberal».
Según la concepción del individualismo posesivo, el individuo no accedería a su libertad más que en la medida en que se comprende a sí mismo como propietario de su persona y de sus propias capacidades, antes que como un todo moral o como una parte del todo social. Esta visión, estrechamente vinculada al desarrollo de las relaciones de mercado, queda expuesta en las grandes teorías sistemáticas de la obligación política (Hobbes y Locke), así como en las ideas de los radicales «levellers» y de Harrington.