El perdón nunca es una casualidad. Tampoco es una necesidad de la naturaleza, ni una fatalidad histórica. Es, en cualquier caso, un acto humano, una expresión de la más profunda libertad, una manifestación de la creatividad. El perdón nunca se hace de manera instintiva o mecánica. Es la consecuencia de un esfuerzo, de un acto voluntario después de superar el orgullo herido. No es fácil perdonar, pero es posible.