En tiempos de consenso universal sobre el valor de la democracia se percibe una creciente sensación de desafección y malestar. Son muchos los síntomas de que el principal enemigo de las democracias actuales no está ya en el repliegue hacia antiguas formas de tiranía, sino en la paulatina erosión de las herramientas institucionales propias del constitucionalismo moderno y, en particular, en el declive de los principios de representación y separación de poderes. Al centrar el análisis en la quiebra de su dimensión procedimental, se pone de manifiesto que el «contrario de la democracia», tal como se presenta en nuestros días, «no está tan lejos de la experiencia cotidiana como les parece a los (por el momento) felices habitantes de las sociedades avanzadas o a los (todavía esperanzados) pobladores de las sociedades en vías de desarrollo».
Es urgente, en una situación como esta, sentar las bases para la recomposición de las estructuras de mediación democrática que el ciudadano necesita para intervenir activamente en los procesos de formación de la opinión y la voluntad colectiva. Sin proporcionar un manual de instrucciones, pero desde la defensa del ideal igualitario, este libro afronta con realismo la cuestión de qué ocurriría si dejara de importar la pregunta sobre el futuro de la democracia.