En el contexto de globalización de las comunicaciones, de los mercados y de la cultura, es esencial defender los propios valores de elementos externos y garantizar su transmisión a las futuras generaciones de europeos. Europa es una realidad espiritual, una entidad que tiene una configuración ética y estética propia que emana, en parte, de los universos religiosos que han sedimentado en ella a lo largo de la historia. Este intenso texto sobre valores en la política, en la educación y en las tradiciones religiosas puede que sea el primer signo de una nueva primavera de los valores en Europa.