Litterae ha promovido, en los Ïltimos aÐos, el estudio de la figura y el oficio del escribano en la EspaÐa de la Edad Moderna, a trav_s de proyectos de investigaciÑn, la organizaciÑn de seminarios y congresos y propiciando publicaciones sobre el tema. Fruto de estas iniciativas y gracias a la generosidad y el esfuerzo de numerosos especialistas, podemos ofrecer ahora este volumen, que hemos organizado en tres partes, atendiendo a las perspectivas màs relevantes e innovadoras.
En primer t_rmino, lo relativo a las tipologÕas y jurisdicciÑn del oficio de escribano, asÕ como a su normal desempeÐo y los conflictos que en _l se generaban. AsÕ aparece, inevitablemente, la transgresiÑn que, en el caso de los escribanos en el Siglo de Oro, es un tÑpico literario sobradamente conocido; pero, tras el tÑpico, no dejan de asomar frecuentes realidades de abusos y corrupciÑn.
En segundo lugar, las relaciones polÕticas y sociales inherentes a los titulares de escribanÕas; sus vÕnculos con el poder y su integraciÑn social. Con esos trabajos, nos aproximamos „en otro sentido„ a lo que comenta Almansa que se pretendiÑ en la Corte en 1621; nada menos que ‚averiguar el modo de vivir de los
escribanosé.
Por Ïltimo, en la tercera parte, los usos y pràcticas de cultura escrita y la actividad de los escribanos generando depÑsitos de memoria. Es tan claro el papel de los escribanos en estos momentos de imposiciÑn de la lÑgica de la escritura, que se permutan los t_rminos de referencia de la memoria. De ese modo, la comparaciÑn se invierte; asÕ podemos leer a principios del siglo xvii que ‚la Memoria es un escribano que vive dentro del hombreé. Es
decir, sÑlo puede concebirse la memoria a partir del registro
escrito convertido en verdad. Y el escribano es percibido, con
total naturalidad, como la representaciÑn por antonomasia de ese registro escrito.