La Primera Guerra Mundial lo cambió casi todo: los mapas, los territorios, las alianzas, las lealtades, los imperios, los regímenes. Y, sin embargo, la Gran Guerra trajo también consigo alteraciones menos manifiestas: por ejemplo, nuestra idea de la propia guerra, o nuestra idea de la literatura. O nuestra idea del modo en que la literatura debe tratar la guerra. Durante unos pocos años, un puñado de escritores ingleses ?señaladamente, poetas como Edward Thomas, Robert Graves, Siegfried Sassoon y Wilfred Owen? se encontraron sometidos al dilema entre los imperativos de la propaganda y la responsabilidad ética y poética de preservar su propia voz. Entre la espada del tradicionalismo inane que representaba la poesía georgiana y la pared de las novedades estruendosas del modernism, estos poetas buscaron y en ocasiones encontraron el camino para cantar la verdad de la guerra y eludir la siniestra apropiación del discurso oficial.
Gabriel Insausti (San Sebastián, 1969) ha publicado narrativa (Días en Ramplona, El hombre inaudible), poesía (Vísperas del silencio, Noche a noche, Últimos días en Sabinia, Destiempo, Cristal ahumado, Vida y milagros) y ensayo (La presencia del romanticismo inglés en Cernuda, Tras las huellas de Huston, El porvenir de la lectura, La trinchera nostálgica, Miguel Hernández: la invención de una leyenda, El puente y las orillas: cuatro poetas ingleses, La distancia y el tiempo: escritos sobre Cernuda). Ha editado a Larra, Cernuda y Oteiza, ha traducido a Wilde, Coleridge, Newman, Waugh, Richard Serra, Richard Deacon, Viktor Frankl, Robert Bringhurst y Leon Kass y ha preparado ediciones bilingües de la poesía de los románticos ingleses, W. H. Auden, Stephen Spender, Cecil Day Lewis, Edward Thomas, Wilfred Owen, W. H. Davies, John Ashbery, Coleridge y Newman. Ha recibido algunos premios, como el Gerardo Diego, el Arcipreste de Hita y el Manuel Alcántara de poesía y el Ateneo Jovellanos de Novela Corta, y fue finalista del Nacional de Literatura en 2002.