El medio espiritual es el territorio más convencional que existe. El cuestionamiento y la exploración más atrevida se estigmatizan sin cesar desde el moralismo, los dogmas y la ausencia de creatividad. La libertad prometida a menudo es un engaño, porque va a la par con la sumisión a un orden, un gurú, unas reglas, mientras debería bastar con la conciencia. Daniel Odier nos invita a una auténtica relación maestro discípulo, situándola en una creatividad reciproca. Vuelve a introducir la antigua idea de que los discípulos tienen que poner a prueba a los maestros para reenviarlos constantemente a la practica. Expone la riqueza original del tantra y el chan con sencillez y profundidad, hablando del corazón, el éxtasis, lo espontáneo, la conciencia y el ser la totalidad. Vuelve a situar el cuerpo y su escucha como centro de una espiritualidad vital y directa.