Nacer es más, bastante más, que el hecho fisiológico de salir del seno materno. Este libro es una ayuda para clarificar qué es nacer, porque su autor considera -y vive muy seriamente en sí tal consideración- que estamos en este planeta para nacer plenamente en cada instante;,que la vida sí tiene un sentido: ampliar la luz de la conciencia que en germen nos fue dada. Y regalarla.
Rafa Redondo se toma muy en serio su oficio de comunicador de lo que ve: le va la vida en re-velar la Vida, en facilitar el despertar de la borrachera en que -suicidamente- la sociedad occidental, amedrentada y sumisa al Dios Mercado, se halla sumida. De ahí que machaconamente advierta, aclare y convoque a la lucidez del lector para que en cada instante tome buena nota de lo que supone vivir sin apartarse un ápice de la conciencia de ser la propia luz.
Desde su experiencia de guía, apercibe con énfasis sobre la diferencia existente entre vivir embriagado y vivir lúcido. Y nos pone constantemente en guardia para no apartarnos del Camino, haciéndonos ver tanto el poderío interior de la Luz como los obstáculos en que podemos tropezar para reconocerla.
Destaca en estas páginas la original visión de lo que es un verdadero maestro, de la inmadurez con que se ha mitificado esa figura asiática entre nosotros; también de lo que es la mayoría de edad que nos hace autónomos y fraternos. Es una obra valiente donde se denuncia que aterrizar en lo real no equivale a mirar para otra parte ante el actual azote de una economía que asesina a los más pobres, e invita al meditante a transformarse a sí mismo transformando el mundo. Ser la propia luz es un libro escrito desde la resurrección, un libro revolucionario.