A pesar de que a la sociedad se le transmita constantemente el mensaje de un futuro de progreso (entendido como un creciente bienestar material por el aumento continuo de las rentas y los avances en la salud y la esperanza de vida), la pérdida de poder adquisitivo y de cohesión social, el empleo precario, las enormes y cada vez mayores desigualdades de rentas, etc., no hacen sino aumentar la sensación de que ese bienestar se está, en realidad, deteriorando.