La presente monografía aborda el estudio (doctrinal y jurisprudencial) de la transmisión hereditaria del crédito resarcitorio adquirido por quien sufre en accidente daños corporales y fallece antes de que se le haya reconocido y cuantificado.
La cuestión que se plantea es doble, pues, en primer lugar, hay que dilucidar si efectivamente se produce esa transmisión, dado que no faltan autores, así como sentencia civiles y contencioso-administrativas, que han estimado que la muerte del perjudicado produce la extinción de su crédito y que, por tanto, no cabe que sus herederos lo adquieran, con referencia en particular a la parte correspondiente al resarcimiento de los perjuicios de índole personal.
La segunda cuestión surge cuando, admitida la adquisición hereditaria del crédito, hay que fijar su cuantía, emergiendo dos posturas enfrentadas: la que considera que debe adjudicarse a los herederos lo que se habría adjudicado al lesionado en el caso de no haber fallecido, y la que considera que debe acomodarse a los perjuicios padecidos por el lesionado hasta el momento de su fallecimiento. A tal efecto, se analiza la casuística posible, partiendo de diferenciar el resarcimiento relativo a los perjuicios causados por las lesiones temporales (con diferenciación de que el fallecimiento del lesionado se haya producido antes o después de alcanzar el alta), por las lesiones permanentes (con los matices que implica la misma diferenciación) y por el fallecimiento, es decir, cuando muere quien resultó perjudicado por el deceso de un familiar.