Clarice Lispector nos describe cómo el mundo se impone a través de una cotidianeidad, de la rutina de los acontecimientos, que nos llena de tedio y aburrimiento. Rutina que la escritora es capaz de romper al descubrir cómo nuestro día a día está plagado de instantes reveladores: ese frágil momento epifánico, siempre a punto de romperse, que le lleva al delirio melancólico, aparece en toda su riqueza mediante la «náusea literaria», en la que nuestro vivir despierta a una existencia sagrada y, mediante el proceso creativo de la escritura, revela el sentido profundo de nuestra vida.