En un rincón de la calle Paradís hay una piedra de molino que recuerda la cima del monte Tàber, el lugar más alto de la ciudad romana y desde donde los hombres del emperador Augusto empezaron a construir la ciudad que llamaron Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino. Desde entonces son muchas las anécdotas y curiosidades que esta ciudad nos ha dejado. Al leerlas, el lector podrá trazar un recorrido emocionante por nuestra historia y de esta manera entender mejor la realidad que le envuelve.
La historia de Barcelona es visible para el viandante que pasea por sus calles y plazas, que observa sus edificios y escucha con sorpresa y admiración los relatos de otros tiempos. Las calles de la ciudad esconden historias latentes que esperan ser descubiertas por el paseante al ritmo de sus propios pasos. Porque cada rincón, cada pasaje, cada fuente, esconden páginas apasionadas, relatos de amor o de guerra, tragedias, revueltas, gritos, ilusiones y esperanzas. Quien conoce el pasado que le envuelve puede entender mejor que el futuro que le aguarda. Este libro nos muestra, en forma de pinceladas y de una manera lúdica, cuáles fueron los orígenes de la ciudad Condal, qué queda de aquella Barcino romana.
Es evidente que el paisaje urbano ha cambiado mucho a lo largo de todo este tiempo, pero las huellas de aquel pasado aún pueden verse, no solamente paseando por Ciutat Vella sino también en el rincón más insospechado de la ciudad. Tan sólo hace falta sentarnos en un banco de piedra y alzar la vista hacia alguno de los edificios históricos y contemplar su fachada, o pasear sobre alguna de las pocas calles adoquinadas que quedan. Son mudos testimonios de un pasado que nos invita a escucharlo.