La barbarie que persiste y prolifera en numerosas zonas del planeta afianza a los conflictos armados como la principal causa de migraciones forzosas en todo el mundo. Asistimos, al propio tiempo, a la progresiva afirmación real del cambio climático que tiende a convertirse en la más preponderante fuerza inductora de desplazamientos humanos, al actuar cual factor amplificador sobre aquellos y otros elementos de vulnerabilidad socioeconómica. Item más, en un contexto de alza exponencial de la desigualdad a escala tanto local como global, el desplazamiento por la fuerza es el alto precio que millones de personas están pagando por un modelo de desarrollo distorsionado y profundamente injusto que, además de extremar la concentración de los recursos económicos (incluida la tierra) en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría, actúa por doquier como una poderosa arma de exclusión, marginación y segregación socioeconómica, incluso de «limpieza étnica disfrazada». Todo ello configura un concepto de migrante forzoso, que presenta perfiles todavía poco estudiados, hace invisible el desvalimiento de millones de seres humanos y arroja ingentes retos a la sociedad contemporánea.
Este texto reivindica la necesidad de una contemplación holística de esta acuciante realidad hodierna y futura, así en el diagnóstico como en la formulación de respuestas, llamadas éstas a ser novedosas, creativas y garantistas, y subsumidas en un nuevo paradigma jurídico, político y ético: la Responsabilidad de Proteger, que incumbe a cada Estado y al conjunto de la comunidad internacional.