«La Argentina despierta del kirchnerismo como quien despierta de un sueño que fue derivando, lentamente, en pesadilla. […] Asistimos en esta década a la última batalla de la generación del setenta, en la que proyectó todo su ADN: vanguardismo, soberbia, falta de escrúpulos. En los próximos años la década robada se convertirá en una anécdota y descubriremos con asombro viejas historias que nunca hubiéramos imaginado. La Argentina tropieza siempre con la misma piedra. Ojalá este tropiezo nos sirva para entender que no existen cambios rápidos, que el cambio es lento, que necesita de compromiso y trabajo, y que este será un país cuando nos decidamos a trabajar sin esperar a ver los resultados».