Desde que, contradiciendo a Jorge Guillén, somos conscientes de que el mundo está mal hecho, ese mundo reclama, tanto de autor como de lector, una mirada exigente, sugestiva, limpia y turbia a la vez, capaz tanto de herir como de sensibilizar, adicta a la afirmación como a la refutación, firme, serena, impar y emocionada.
Isla Decepción no es un diario al uso. Es en puridad un ?dietario?, una sucesión de anotaciones y fragmentos que en sí mismos constituyen una unidad: la biografía de esa mirada que demanda tanto fe como escepticismo. Y nada mejor que alejarse a esa isla que somos para verlo todo más claro. Sin anécdotas, sin fechas ni banalidades, este dietario recoge el pulso del vivir desde el extrañamiento del ser, desde la esencial soledad de ese lugar antártico en donde cada cual reside, sin saberse, a menudo. ?Isla Decepción, fondeadero de la vida?. La prosa diarística de Rafael Fombellida busca y halla ese ángulo en el cual la asociación inédita desvela y revela. Y en el ajenamiento encuentra esas coordenadas donde mirar y ser sorprenden renovándose.