Por ende, la dificultad está dada por el hecho de que a pesar de las múltiples prohibiciones que pesan sobre la tortura, siempre existe un margen, una especie de desencaje, un espacio extremadamente reducido de indeterminación donde se origina efectivamente la pregunta, que, sin dudas muy raramente, a pesar de todo, quizás se haga: en una situación de excepción, la prohibición de la tortura pudiera legítimamente resultar relativa. Es en esta situación que las opiniones comienzan a divergir de manera dramática y a oponerse en una antinomia aparentemente insoluble.